Andromaca: Biografía e importancia en la Ilíada
BIOGRAFÍA DE ANDRÓMACA
En "La Ilíada", Homero no realiza una narración
acerca de la Guerra de Troya, sino que se limita a una fase de ella, y a partir
de esta etapa, elabora su tema. El poeta centra su atención en el
enfrentamiento de dos reyes aqueos que participan en la guerra, Agamenón y
Aquiles; y en las fatales consecuencias que esta pelea tuvo para su pueblo. Si
bien Homero fija su atención en la desavenencia de estos caudillos, en la
desmesura de ambos y en una infinidad de escaramuzas guerreras, no deja de lado
a la nación enemiga: a los troyanos, a sus hijos y a sus mujeres.
Resulta innegable la importancia de la presencia femenina en
la antigua cultura aristocrática descrita por Homero. El culto a la figura
femenina corresponde a la cultura cortesana de todas las épocas caballerescas.
Se la ve atendida y honrada no sólo como un ser útil para el hogar, sino sobre
todo y principalmente, como la guardadora de los hijos y de la tradición,
elemento este último trascendente para una clase orgullosa y cerrada como era
la nobleza de ese tiempo. Si el varón de esa época denotaba su excelencia en el
campo de batalla; la mujer lo hacía externamente, con su belleza y con la
eficiencia con que cumplía los deberes y tareas hogareñas, que la tradición y
los dioses le habían asignado.
Es un hecho, que la mitad de la humanidad está compuesta por
mujeres; una indagación acerca de su condición y destino se constituye, pues,
en una indagación acerca de toda la humanidad.
En el presente trabajo, se pretende profundizar en las
características más relevantes de un personaje femenino ejemplar, que se yergue
como un ideal de la antigüedad. Se trata de Andrómaca, mujer de Héctor, héroe
máximo del pueblo troyano.
La primera visión literaria de Andrómaca es la que entrega
Homero en "La Ilíada". A este personaje, más tarde, Eurípides lo hará protagonista de la tragedia que lleva su nombre.
La tradición, como la literatura, entregan las imágenes de
la heroicidad de Andrómaca, sustentada en la fuerza de su femineidad y
valorando, ante todo, sus rasgos de esposa y madre admirables. No es posible
encontrar en ella vestigios de la barbarie heroica, que en ciertos momentos,
ejercen las mujeres que aparecen en epopeyas y tragedias antiguas: carece del
dolor furioso de Hécuba, del rencor de Electra y del espíritu bravío de Camila.
Su heroicidad nace de su actitud amante y maternal, tal vez menos grandiosa,
pero más accesible al común de los mortales.
Andrómaca, en la Ilíada, representa y simboliza, el amor.
El concepto de "amor", tal como se entiende hoy
día, es difícil de encontrar en Homero. Éste, como la mayoría de los griegos,
considera el amor pasional como una fuerza peligrosa y destructiva. Las
pasiones extremas eran vistas como nefastas, puesto que podían alterar el
precario equilibrio de las relaciones humanas, y por esto no se podían aceptar.
Si había algo a lo que los antiguos temían, era el "azote divino"; es
decir, al amor.
A fin de comprender a profundidad, el sentido de esta idea,
es necesario conocer el amor en su concepción primitiva, es decir, como un
hecho temible y abrumador. El amor era concebido bajo la forma de un dios
juvenil, violento, maligno y ciego; del color del fuego y provisto de alas de
ave de rapiña.
Nacido de un huevo empollado por la noche, amamantado por
una pantera, tirano terrible de dioses y hombres. El temible dios portaba en su
hombro un carcaj con flechas de ciprés, el árbol que adorna los cementerios,
las cuales mojaba en plomo derretido, lanzándolas al azar. Quien recibiera el
temible dardo, caía mortalmente herido y su vida, a menudo, era tronchada por
la fuerza del amor.
Muchas de las heroínas homéricas, manifiestan rasgos
claramente fatales en el aspecto amoroso, como Helena, Fedra e incluso
Penélope, o bien, como tiernas enamoradas (Nausícaa y Andrómaca, entre otras).
Su mayor simpatía la manifiesta el poeta por éstas últimas, al describir las
escenas que pintan los afectos hogareños y la amistad compartida. Un buen
ejemplo lo constituye el encuentro entre Héctor y Andrómaca en una breve tregua
de la batalla:
"Puso el niño en brazos de la esposa amada, que al
recibirlo en el perfumado seno sonreía con rostro todavía bañado en lágrimas.
Notólo Héctor y compadecido acaricióla, con la mano."1
Se la ve por primera vez en el célebre paréntesis de la
encarnizada batalla, cuando Héctor, furibundo, corre al palacio en busca de su
hermano Paris, quien solazándose con la hermosa Helena, ha olvidado la guerra
de la que él es el principal responsable. No bien el héroe ha cumplido su
misión, corre presuroso en busca de su mujer e hijo amados.
Con lágrimas en los ojos y desesperada, encuentra a
Andrómaca; le han hecho saber que los troyanos llevan la peor parte en la
batalla:
"Desdichado, tu valor te perderá. No te apiadas del
tierno infante, ni de mí, infortunada, pues los aqueos te acometerán todos a
una y acabarán contigo."2
Homero concluye la escena, poniendo en boca de Héctor,
compasivas palabras con las que trata de consolarla, sin abstenerse; no
obstante, de recordarle sus deberes:
"¡Esposa querida! No en demasía tu corazón se acongoja,
que nadie me enviará al Hades antes de la dispuesto por el hado; y de su suerte
ningún hombre, sea valiente o cobarde, puede librarse una vez nacido. Vuelve a
casa, ocúpate de las labores del telar y la rueca y ordena a las esclavas que
se apliquen al trabajo; y de la guerra nos cuidaremos cuantos varones nacimos
en Ilión y yo seré el primero."3
La recomendación de Héctor no tiene el tono de un insulto,
sólo quiere calmarla y, al mismo tiempo, delimitar las esferas de acción del
hombre y de las mujeres en el mundo en que les ha tocado vivir.
Andrómaca es hija de Ectión, rey de Tebas de Cilicia, quien
junto a sus siete hijos fue ultimado por Aquiles cuando este último tomó su
ciudad, en los inicios del noveno año de la guerra. De su noviazgo y boda, nada
se dice, se ignora si fue por amor o por otros intereses, puesto que en ese
tiempo, el matrimonio, entre otras cosas, podía servir de lazo entre familias
poderosas o incluso unir o agrandar reinos.
Las dos clases de matrimonio que coexistían en ese tiempo,
eran el patriarcal y el matriarcal. En el primer caso, el pretendiente llevaba
a la novia a su propia casa. En el modelo matriarcal, a menudo, era un
caballero andante el que se casaba con una princesa y se establecía en los
dominios de la esposa. Probablemente, en este último caso, el varón se sentía
atraído por la expectativa de heredar el reino del padre de la esposa; si esto
sucedía, la sucesión del trono era matrilineal. En el caso puntual de
Andrómaca, se considera a su madre reinando en Tebas (basileuvz), si bien su
padre sustentaba el poder, por lo que se le consideraba una seña (avnavssw), se
trataba claramente de un matrimonio matrilineal.
Con relación a su propio caso, Andrómaca se había desposado
en unión patriarcal. Desaparecida su familia, al morir Héctor se encontró sin
apoyo alguno, sola y sin recursos.
Si bien existen excepciones, Homero, en general, muestra un
mundo en el que impera la figura masculina. Como un fenómeno extraño para un
sistema patriarcal, se plantea el hecho de que sea la mujer quien disfrute de
la prerrogativa de elegir a su marido. Éste poder de decisión podría ser un
confuso vestigio de un derecho femenino que prevaleció, siglos antes, en la
antigua civilización egea, de acuerdo a lo que dice Pirenne en su estudio
acerca de la civilización cretominaica:
"La mujer, que tiene un lugar tan amplio en esta
civilización, apasionada por el arte y la vida placentera, según parece, es
jurídicamente igual al hombre. Puede casarse libremente, y los pretendientes
que solicitan el honor de desposarla no expresan otra respuesta que la de ella
misma."4
Trátase, sin duda, del mismo poder de decisión femenino del
cual es poseedora la hija de Alcínoo, Nausíacaa, de Helena y de Penélope; poder
que les permitió elegir a sus maridos de entre una multitud de pretendientes
que luchaban por obtenerlas como esposas.
Si Homero muestra en "La Ilíada" a los héroes
troyanos con similares comportamientos y formas de vida que sus enemigos
aqueos, no habría porqué dudar, aunque esto no se mencione, que haya sido la
propia Andrómaca la que haya elegido a Héctor por marido. Tomando en cuenta que
el elegir esposo era una prerrogativa especial en ese mundo masculino, se debe
tener claro que toda mujer, desde su nacimiento hasta su muerte, debía estar
bajo la tutela de su pariente masculino más próximo o de su marido, y que sólo
con la presencia de éste podía contar con una protección segura. Esta idea la
ilustra Homero, al describir la desesperación y el temor que experimenta Héctor
al pensar en la suerte que puede correr su esposa en manos de sus enemigos,
puesto que sabe que Troya está condenada por los dioses y que ha de perecer:
"La futura desgracia de los troyanos, de la misma
Hécuba, del rey Príamo y de muchos de mis valientes hermanos que caerán en el
polvo a manos de los enemigos, no me importa tanto como la que padecerás tú
cuando algunos de los aqueos de broncíneas lórigas te lleve, llorosa,
privándote de libertad, y luego tejas telas en Argos a las órdenes de otra
mujer."5
En sus palabras, Héctor muestra un bondadoso recato, puesto
que no expresa todo lo que sabe, ya que el hecho cierto era que si una mujer
era hecha prisionera, en el "oikos" de su nuevo señor, debía: lavar,
limpiar, coser, moler el grano y realizar todas las tareas que se le
encomendaran. Si era joven, entre sus obligaciones estaba el compartir el lecho
de su amo. Esa sería la suerte de la dulce Andrómaca si su marido pereciera en
el campo de batalla, ese marido al que tanto ama y del que tanto depende, sobre
todo a partir del momento en que ha perdido a toda su familia:
"Héctor, ahora tú eres mi padre, mi venerable madre y
mi hermano, tú mi floreciente esposo."6
Luego de esta emotiva escena, vuelve el marido al campo de
batalla y Andrómaca se encierra en sus habitaciones sin olvidar las cautas
recomendaciones de quien ama. La princesa desaparecerá en los siguientes
cantos, y no se la volverá a ver sino en las postrimerías de la epopeya.
En "La Ilíada", abundan las escaramuzas guerreras,
en las cuales los héroes acometen cruentas y despiadadas acciones, en pro de la
victoria y del prestigio que se exige a los personajes ilustres. Sin embargo,
el poeta parece sentir una marcada inclinación hacia un tipo de héroe muy
particular y que aparece como adelantado a su tiempo, puesto que sus
características predominantes no responden al patrón masculino de la época que
describe.
Nadie ilustra mejor a este tipo de personaje que el
mencionado Héctor, hijo mayor del rey Príamo y marido de Andrómaca. Homero, a
través de sus palabras y de sus acciones hace de él un acabado retrato: buen
hijo, excelente esposo y padre y gran conductor de hombres.
Héctor es amado por su pueblo y por su familia; es venerado
por sus hombres que lo siguen ciegamente en las batallas. Es un personaje
modélico, junto a Andrómaca, representa el coraje, la felicidad y la protección
sin par a quien se ama. Sin embargo, ni a Héctor, ni a Andrómaca les está dado
escapar de su destino.
El canto XV de "La Ilíada" muestra a Zeus,
mientras abajo, en el campo de batalla luchan y mueren los hombres,
decidiendo la suerte de ellos. Aquiles debe volver a la lucha; la consecuencia
de esa decisión será la muerte de Patroclo en manos de Héctor y la muerte de
éste último al cobrar venganza Aquiles.
Son los lamentos del rey Príamo por la inminente muerte de
su primogénito, los que dan casi inicio al canto XXII; sabe bien que su hijo no
podrá sobrevivir a la brutal embestida del pélida.
"Ven dentro del muro, hijo querido, para que salves a
los troyanos, y no quieras proporcionar inmensa gloria al pélida y perder tú
mismo la existencia." 7
Con palabras desesperadas trata de disuadirlo, apelando al
amor filial y a su dolor de padre, que ha perdido muchos hijos.
"Compadécete también de mí, de este infeliz y desgraciado
que aún conserva la razón; pues el padre Cronión me hará perecer en la senectud
y con aciaga suerte, después de presenciar muchas desventuras: muertos mis
hijos, esclavizadas mis hijas, destruidos los tálamos, arrojados los niños por
el suelo en el terrible combate y las nueras arrastradas por las funestas manos
de los aqueos."8
Sin embargo, ni el miedo, ni el inmenso dolor de Príamo, ni
su gran amor, logran disuadir a Héctor. Son los designios de Zeus los que se
cumplirán en la lucha a muerte, que sostendrá con Aquiles.
"...el padre Zeus tomó la balanza de oro, puso en la
misma dos suertes, para saber a quién estaba reservada la dolorosa muerte;
cogió por el medio la balanza, la desplegó, y tuvo más peso el día fatal de
Héctor."9
En tanto Héctor lanzaba su último suspiro, Andrómaca en el
palacio cumplía las tareas que le concernían. Junto a las jóvenes esclavas, que
presurosas preparaban el baño reparador del héroe, la esposa tramaba en su
telar, una tela doble y fina, en la cual entretejía variadas lanas de colores.
Fue entonces cuando el rumor de lamentos que se acercaban la sacaron
bruscamente de su labor, cayó de sus manos la naveta al levantarse llena de
malos presentimientos:
"...voy a ver qué ocurre, oí la voz de mi venerable
suegro; el corazón me salta en el pecho hacia la boca y mis rodillas se
entumecen. Algún infortunio amenaza a los hijos de Príamo. Pero mucho me temo
que el divino Aquiles haya separado de su ciudad a mi Héctor audaz, le persiga
él solo por la llanura y acabe con el funesto valor que siempre tuvo."10
Notoriamente, "La Ilíada" presenta sus temas en
forma muy bien definida y muy bien elaborados. Los hechos tienen un desenlace
cruel e inexorable; así ocurre con la muerte de Héctor, cuyos despojos fueron
tratados con la extrema dureza que merecían entonces, los restos de un temible
enemigo.
"...uncía al carro los ligeros corceles, y atando al
mismo el cadáver de Héctor, lo arrastraba hasta dar tres vueltas al túmulo del
difunto Mentíada; acto continuo, volvía a reposar en la tienda, y dejaba el
cadáver tendido de cara al polvo."11
La afrenta tuvo lugar ante los lloros de la desesperada
Andrómaca, quien a partir de ese instante se transforma en paradigma de la
pena, la desesperanza, la soledad y la incertidumbre. Fue ese acto de
inmisericordia que la llevó a la certeza del aciago destino, que la aguardaba
como viuda del más grande héroe troyano.
El extenso canto XXII concluye con el célebre lamento de
Andrómaca, que más que llorar su propia desgracia, lo hace por el amargo
destino que aguarda al pequeño Astianax, el hijo amado que concibió con Héctor.
En la épica griega es un lugar común el que, a través de la
reacción de los personajes, se muestren antiguos y feroces usos sociales. Es
justamente en los versos antes mencionados, en los que Andrómaca describe ese
tipo de "usos", probablemente muy arcaicos, y que ya en la época de
Homero aparecen como exagerados. Es un hecho cierto que después de la batalla,
el vencedor se apoderaba de las mujeres, los hijos, el oro, los mejores
caballos y las riquezas del vencido, pero las afirmaciones de Andrómaca
resultan difíciles de creer.
"El mismo día en que un niño queda huérfano, pierde
todos los amigos, y en adelante va cabizbajo, y con las mejillas bañadas en
lágrimas. Obligado por la necesidad, dirígese a los amigos de su padre,
tirándolos ya del manto, ya de la túnica; y alguno, compadeciéndolo, le alarga
un vaso pequeño con el cual mojará los labios, pero no llegará a humedecer la
garganta."12
El último canto de "La Ilíada", concluye casi con
el postrer y amargo lamento de Andrómaca ante la pira funeraria de su marido.
Nuevamente se refiere a la suerte aciaga de su hijo y a la suya propia.
"El hijo que nosotros, infelices, hemos engendrado, es
todavía infante y no creo que llegues a la juventud, antes será la ciudad
arruinada desde su cumbre. Porque has sido tú, que eras su defensor, el que le
salvaba, el que le protegía."13
Luego continúa:
"¡Oh Héctor! Has causado a tus padres llanto y dolor
indecibles, pero a mí me aguardan las penas más graves. Ni siquiera pudiste,
antes de morir, tenderme los brazos desde el lecho, ni hacerme saludables
advertencias, que hubiera recordado de noche y de día, con lágrimas en los
ojos."14
Héctor ha descendido hasta el Hades, Andrómaca ha quedado
sola, ahora sólo le resta aguardar su destino.
En el año 423, Eurípides escribió su propia
"Andrómaca", tomando como referente la figura de esta heroína
troyana. Bien podría afirmarse, que dicha tragedia es continuación de la
homérica, puesto que su trama se refiere a las vicisitudes que la viuda de
Héctor debió sufrir luego de la caída de Troya.
Aun cuando la tragedia de Eurípides se abre a una nueva
mentalidad, la férrea estructura de la tragedia le impide romper con los
antiguos moldes. La tradición, como culto de estado, estaba demasiado vinculada
a la mitología tradicional, incluso en los tiempos en que la tragedia interna
comenzaba a desintegrarse.
Los dobles niveles de moralidad sexual aparecen en muchos de
los mitos que Eurípides escoge como base de sus argumentos: matrimonios
grotescos y uniones ilícitas, humillantes o insoportables para la mujer,
abundante en sus obras. Clitemnestra se casa con Agamenón, el asesino de su
hijo y de su primer marido; Fedra está casada con el héroe que sedujo a su
hermana y destruyó su país; Andrómaca es forzada a compartir el lecho con el
asesino de su suegro, de acuerdo al mito, de su hijo Astianax, y además
destructor de su pueblo.
Manifiestamente, Eurípides está en desacuerdo con dichas
situaciones, y es el primer autor que encara estos tópicos con los puntos de
vista tanto de los hombres como de las mujeres.
"Andrómaca" es un drama complejo y singular; su
trama es, hasta cierto punto exagerada, y continuamente desvía el interés
dramático de la obra. A este respecto, se aleja bastante de los principios
aristotélicos, que preconizaban la unidad de acción uno de sus principios más
importantes-, es decir, la obligación de la obra dramática de presentar una
acción claramente diseñada y que no se prestara a equívocos con respecto a las
acciones secundarias que pudieran existir.
Ahora bien, la acción propiamente tal de la tragedia, se
sitúa en Ptía de Tesalia, lugar al que la viuda de Héctor es llevada luego de
la caída de Troya.
Andrómaca ha sido asignada a Neoptolemo, hijo de Aquiles. La
princesa-esclava se había constituido en un valioso botín, puesto que, desde el
punto de vista de la conquista, el hecho de que se le asignara a un guerrero
una esclava, que hubiese sido esposa o hija de un varón de alta posición, se
constituía en una medida extra de prestigio para sí y para su pueblo.
Neoptolemo, llamado también "Pirro, el joven
guerrero", era hijo de Aquiles y de Deidamia, cuyo padre era Licomedes, rey
de Esciros. Pirro fue engendrado cuando Aquiles, obligado por su madre, la
diosa Tetis, vivió oculto en el harém de Licomedes, haciédose pasar por una
doncella llamada Pirra (la rubia). Nacido cuando ya su padre había partido a la
Guerra de Troya, Neoptolemo fue educado por su abuelo materno.
Después de ocurrida la muerte de Aquiles, los griegos
capturaron a Heleno, hijo de Príamo, y a quien Apolo había dotado de poderes de
adivinación. A través de sus poderes, se enteraron los aqueos, que la ciudad de
Troya no podría ser tomada hasta que el hijo de Aquiles, no luchara en su
ejército.
Esta es la causa por la que el héroe se incorporó
tardíamente a la guerra.
Fue así como los griegos encontraron un nuevo Aquiles en la
persona de Neoptolemo. Realizó innumerables hazañas, entre las que se cuenta el
haber figurado entre los héroes que se introdujeron dentro del caballo de
madera, tras lo cual conquistaron la ciudad de Ilión.
La tragedia de Eurípides se inicia con un lamento de
Andrómaca, en el cual recuerda a Héctor y a su patria destruida, así como sus
desgracias pasadas y presentes.
"Soy la que vi a Héctor matado por Aquiles, soy la que
vi a Astianax, hijo que le había yo dado, caer en tremendo salto echado de las
fortalezas de Troya cuando cayó en poder de los griegos."15
Y luego continua:
"Y yo, yo de una de las más famosas casas de hombres
libres, hoy hecha esclava en esta Grecia victoriosa. Fui dada a Neoptolemo como
botín de guerra de la saqueada Troya, a ese que tiene dominio en una
isla."16
Andrómaca es la princesa rebasada por el cautiverio, sin
otro destino que el sufrimiento, y cuya desgracia mayor es su desdicha de
esclava, por ser esclava de quien lo es. Pues, fue Neoptolemo quien mató a
Príamo y quien precipitó al pequeño Astianax desde lo alto de una torre, a su
vez Héctor había sido muerto por su padre, Aquiles, cerrando así el círculo de
crímenes hacia su familia. Pero Andrómaca no es sólo esclava, pertenece
enteramente a su dueño y de él ha engendrado un hijo. Éste hijo de la
servidumbre, ha reemplazado al hijo del amor. Andrómaca nunca deja de ser la
viuda inconsolable de Héctor, y a su muerte debe su triste destino:
"Cayó mi ciudad patria, murió mi Héctor, me ató a un
negro destino un dios malévolo al ser dada en nefanda esclavitud."17
Sin embargo, es ante todo madre, y como tal, sin olvidar al
otro, ama y demuestra amor a ese nuevo y desdichado hijo. Para mayor desgracia
de Andrómaca, el hombre al que ahora pertenecía, no era libre. Menelao, el
desgraciado esposo de la infausta Helena, en medio del rigor de la batalla, había
prometido a Aquiles, para su hijo, a su hija Hermione, la cual ya en su
infancia había sido prometida a Oreste, unigénito varón del rey Agamenón.
Hermione, porta un nombre triste en presagios, puesto que
una diosa del Averno lleva ése mismo apelativo. A este personaje, si bien
Eurípides lo ha delineado sucintamente, le ha otorgado gran relieve: desde el
inicio de la tragedia, la muestra como digna hija de Helena, hermosa, joven y
muy orgullosa, tanto así que más que por deber, ha desposado a Neoptolemo, por
el orgullo de dar un hijo ilustre al afamado héroe. Pero ese hijo no llegó.
Su esterilidad le hace temer perder al marido, y su orgullo
le hace odiar a la cautiva, a la cual culpa de su desdicha, sobre todo por el
hijo que ha dado al héroe.
"... en cuanto a ti, esclava, botín de guerra ganado al
filo de la lanza: Tienes el intento de dominar esta casa, echándome a mí fuera
de ella. Por causas de tus medicamentos, soy repulsiva para mi marido, y mi
seno, por obra tuya, se agota infecundo. Hábil y perita en tales maleficios es
el alma de las mujeres de esta tierra. A eso yo pondré límites y nada habrá de
aprovecharse este recinto de la Nereida, ni su altar, ni su templo. Tú
morirás."18
No es difícil suponer lo que significaba en la Grecia
Antigua el hecho de no poder dar hijos al marido, puesto que el traer hijos al
mundo, era la más importante tarea de las mujeres de ese tiempo. La esterilidad
era tan grave y vergonzosa, que en el momento en que el furibundo Peleo padre
de Aquiles y abuelo de Neoptolemo- busca zaherir en lo más profundo a Menelao,
no duda en hacerlo haciendo referencia al problema de Hermione, su hija:
"Sal de esta casa presto, llévate a tu hijo estéril.
Que si no mi hijo ha de venir a sacarla a rastras, asida de la cabellera. Ella,
infecunda no quiere que otras se gocen de hijos porque ella no los tiene.
Desgraciada suya es la de no ser madre, y ¿por eso nosotros debemos estar sin
hijos?"19
Sintiéndose desesperado por la indiferencia del marido,
Hermione había mandado a buscar a su padre. En las escenas en que aparece este
personaje femenino es posible captar una clara tendencia antiespartana, tan en
boga en el tiempo en que fue escrita la tragedia.
Forma parte de la tradición, la simplicidad y austeridad en
Esparta a lo largo de la época arcaica; más tarde en el período de las Polis,
la austeridad rigurosamente fue para ambos sexos. Sin embargo, esa sociedad
evolucionó gradualmente, hasta llegar a un estilo de vida más relajado, más
lujoso y menos exigente; el cual fue muy criticado. En "Andrómaca",
aparece una clara preocupación contra la princesa espartana por la educación
demasiado libre que ha recibido y en contra de Menelao, quien no ha vacilado en
tramar el asesinato de Andrómaca y de su nuevo hijo, aprovechando la ausencia
de Neoptolemo. Peleo censura a Helena, mujer de Menelao, y en ella a todos los
espartanos.
"...y aunque ella hubiera querido ser honesta, una
mujer no puede serlo en Esparta. Allí, junto con los mancebos, dejan la casa,
van a las palestras y a los estadios, con los miembros desnudos, con las ropas
flotando en el aire; para mi, detestables costumbres. ¿Es posible admirarse
entonces de que no eduquéis mujeres castas?20
La imagen que entrega la literatura y el mito del rey
Menelao, es bastante desmedrada, si se le compara con la de otros héroes que
participaron en la guerra; en especial, con su hermano Agamenón, el
"primus inter pares" de los ejércitos aqueos. A Menelao, se le ve
siempre en segundo lugar, nunca es capaz de tomar decisiones regias y, por
sobre todo, se le conoce como el marido ridículo y engañado de la adúltera
Helena. Esta es la imagen que entrega del personaje Homero, en "La
Ilíada"; Eurípides, en "Ifigenia" y en "Andrómaca".
"¿Tú entre los hombres? Vil entre los viles, ¡malvado
como nadie! ¿Cómo y desde cuándo te cuentas entre los varones? ¡Un hijo de
Frigia te robó a tu esposa! Dejaste la casa sin cerrojos, el hogar sin esclavos
que guardaran, ¡cual si tú mujer hubiera sido más casta y discreta!"21
Son los insultos que le dirige Peleo, luego de comprobar su
actuación prepotente y vil en contra de la indefensa Andrómaca. En este
personaje logra Eurípides una acabada caricatura del abuso y la cobardía. Frente
a la viuda de Héctor se le verá altanero y jactancioso. Aprovechando su poder y
ausencia de Neoptolemo ha decidido que ella, o su hijo, deberán morir a fin de
pagar el delito que en contra suya y de su hijo Hermione, ha cometido:
"Si mueres tú, el niño queda vivo; si rehúsas la
muerte, yo a él lo mato. Uno de los dos debe morir."22
Es entonces cuando se yergue amenazadora, no la esposa
enamorada, no la viuda indefensa, sino la madre modélica que es Andrómaca.
"Conque tú, el general en jefe de los griegos que
arrebató a Príamo su Troya...tú que eres sólo un insignificante hombre."23
Y continúa:
"Supón ahora que yo escapo a la muerte, ¿mataréis a mi
hijo? ¿Y habrá acaso alguna vez un padre que mire con tranquilo corazón matar a
su hijo? No de tal falta de hombría le dio nombre Troya."24
Es esa la misma mujer que "La Ilíada" muestra como
tierna y amante esposa y que Eurípides ha transformado de princesa en esclava
inconsolable, con un hijo en peligro y sola.
"¿Para qué, así, vivir? ¿Puede ser dulce para mí la
vida? ¿Dónde volver mis ojos? ¿Al mal que ya sufrí? Me queda solamente un hijo,
luz de mi vida... y a quien matarlo lo tienen ya resuelto."25
Pese a su actitud valerosa, Andrómaca tiene temor, pues se
siente sola y sin protección. Peligra la vida de su hijo y la suya propia, al
hombre al que está unida -aunque enemigo-, y que de alguna forma le ha
reconstruido la vida luego de tantas desdichas, pretenden alejar.
El tener un hijo de Neoptolemo no constituye un respaldo,
pues es evidente que ningún griego necesitaba regular las relaciones sexuales
entre un hombre libre y una esclava, puesto que era un hecho que los hijos de
tales uniones no podrían ser considerados ciudadanos. Estos hechos confirman la
situación desmedrada de Andrómaca y su hijo en esa corte extranjera.
Será Peleo -muy anciano ya-, padre de Aquiles, el encargado
de salvar a Andrómaca. Hace honor a su prestigio y de acuerdo a su posición
actúa: con firmeza obliga al obcecado Menelao a liberar a sus prisioneras. Sin
embargo, no podrá salvar a Neoptolemo, su nieto, víctima de las maquinaciones
de Hermione.
En la descripción de la muerte de Neoptolemo, Eurípides,
hace acopio de todos los elementos propios de la tragedia destinados a producir
emoción en los espectadores:
"Era una muchedumbre silenciosa. Pero sus manos
comenzaron a arrojarle piedras. Era un granizo aquello (...) Él hacía esfuerzos
por defenderse con la rodela. ¡Intento vano! Qué tormenta, dardos, saetas,
pasadores, jabalinas, cuchillos de carnicero venían contra él.26
Tanto Menelao como Hermione cumplen en la tragedia un rol
que está notoriamente destinado a poner de manifiesto facetas del carácter del
protagonista. Así, al hacerse evidente el odio que Hermione, siente por su
rival, ésta la enfrenta en forma mesurada y reflexiva, enrostrándole su
inflexibilidad e intransigencia.
"No por mis maleficios te aborrece el marido. Es que
eres incapaz de convivir con nadie. Ese es el filtro mujer, no la belleza; son
las virtudes las que cautivan al consorte del lecho, y tú no."27
La tragedia de Eurípides finaliza con un repentino
"deux et machina". Aparece Palas Atenea, poniendo en su lugar todo
aquello que había que ordenar.
Para Andrómaca, la orden es terminante: "que ella entre
al tálamo de Heleno". El designado es el último hijo vivo de Príamo, que
ahora reina en Molacia; es en ese lugar donde la encontrará Eneas, en su larga
travesía en busca de la tierra prometida por los dioses.
"Por dicha, en aquél momento estaba Andrómaca en un
bosque, a corta distancia de la ciudad, junto a la orilla de un imaginario
Simais, ofreciendo libaciones solemnes, manjares fúnebres, dones a las cenizas
de Héctor, evocando sus manes junto un túmulo vacío."28
Andrómaca es en "La Ilíada", esposa amante y madre
perfecta. En la tragedia de Eurípides, una virtud ha perdido en su desgracia,
al no poder cumplir la fidelidad prometida a Héctor; ya no es Andrómaca,
"la de los blancos brazos", pero sí es la madre venerable, por
siempre y a pesar de su destino fijado por los dioses.
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